En 2015, Concepción ya mostraba un movimiento constante de artistas independientes, colectivos y espacios autogestionados que comenzaron a definir la identidad cultural de la ciudad. En este contexto surge Toda la Teoría del Universo (TTU), un proyecto transdisciplinario que integra un fuerte interés en las artes mediales, la experimentación y los saberes territoriales. Durante estos diez años, TTU se ha consolidado como una plataforma colectiva que promueve encuentros entre las artes, las tecnologías, las ciencias y los conocimientos comunitarios para pensar y crear de manera conjunta en el Biobío y Latinoamérica
El nombre del proyecto proviene de una cita del poeta Walt Whitman, que refleja una visión amplia y poética del conocimiento. “Esta formación tuvo tres pilares fundamentales: arte sonoro, electrónica y programación, y fue el punto de partida concreto de lo que después se consolidó como Toda la Teoría del Universo”, explica Susana Chau, directora del centro cultural TTU.
Antes de convertirse en un referente del cruce entre arte, ciencia y tecnología, TTU tuvo su origen en Singularity Sur, un laboratorio cultural transdisciplinario que comenzó a funcionar antes de 2015. Allí, artistas, ingenieros, sociólogos, periodistas, diseñadores, actores y otros oficios crearon un espacio para la experimentación y el pensamiento.
“Aquella primera etapa fue clave para el nacimiento de lo que hoy es Toda la Teoría del Universo, una plataforma que crece año a año, abriendo el campo de las artes mediales y aportando a la descentralización cultural. Además, vincula el arte y la tecnología con los territorios y las formas de pensar y habitar el entorno”, señala Chau.
“Desde Singularity Sur ya existía la idea de posicionar las artes mediales en la Región del Biobío, porque en ese tiempo estas prácticas se concentraban principalmente en Santiago y Valparaíso, con poca presencia en el sur. Queríamos cruzar fronteras disciplinares y territoriales, generar otro desarrollo artístico y que estas prácticas echaran raíces en la región”, añade.
Durante esta etapa inicial surgieron instancias de formación en artes mediales y electrónica, con la intención de conectar comunidades latinoamericanas que compartieran estos saberes. Valentina Villarroel, educadora y artista sonora vinculada desde los inicios, recuerda: “Llegué a TTU totalmente desde la práctica artística que abordo, que son las artes sonoras, electrónica y artes mediales. En ese sentido, valoraron mi trabajo en esas prácticas y desde ahí comencé a colaborar y participar en sus iniciativas. Durante esa época estaba explorando lo que era la instalación sonora en galerías de arte y la fabricación de circuitos electrónicos; después comencé a trabajar más en el paisaje sonoro, la grabación de campo, la creación de micrófonos y la convergencia entre sonidos, naturaleza y territorio. Así, conocí a quienes luego formaron TTU, primero en Singularity Sur, y me llamó mucho la atención su fuerte foco en la electrónica, los laboratorios de formación, y que todo se desarrollara acá en el sur. De a poco me fui vinculando con el equipo y también con otros artistas del Biobío”.
Con el paso del tiempo, TTU se consolidó como un espacio de pensamiento crítico que acoge a artistas, investigadores y gestores de diversas disciplinas. Desde Concepción, se tejieron redes que vinculan al Biobío con otros territorios nacionales e internacionales.
La comunidad del universo TTU
A lo largo de estos diez años, TTU ha sido un punto de encuentro para distintas generaciones y disciplinas del Biobío. Sus residencias, talleres y festivales han generado espacios colaborativos que permiten a creadores expandir sus lenguajes y vincularse con nuevas comunidades.
“Cada etapa tuvo su ritmo y sentido, pero la voluntad de mantener un espacio vivo, que se reinventa y crece junto a las comunidades y territorios, ha sido constante”, comenta su directora.
Las colaboraciones internacionales son una constante en TTU, que ha participado en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, el Centro de Cultura Digital de México, el Laboratorio Ciudadano de Nuevo León y el Plan Colibrí de la Universidad de San Martín (Argentina).
Estos vínculos facilitan la circulación de experiencias y miradas sobre cómo se cruzan arte, tecnología y territorio, enriqueciendo el intercambio entre comunidades.
Denise Alves-Rodrigues, artista visual brasileña, inició su vínculo con el Centro Cultural Toda la Teoría del Universo como invitada del Nodo Curatorial "Celacanto Provoca Maremoto", liderado por Juliana Gontijo, en el Festival Eterno Retorno (2022). Tras diez días inmersa en el festival, Denise destacó lo fundamental que es mantener una red activa que se sostiene en el tiempo. “Desde este espacio se sostiene el intercambio de ideas y el apoyo al desarrollo conceptual del festival. El entorno creativo favorece la experimentación tecnopoética y el diálogo entre artistas e investigadores. Para los artistas brasileños invitados, es una oportunidad para salir de su escena local y encontrarse con un público latinoamericano diverso”. Desde entonces, su colaboración se consolidó integrándose al equipo curatorial de TTU y, hasta hoy, participa activamente en la programación de los festivales, potenciando las redes latinoamericanas descentralizadas y el desarrollo conceptual del proyecto.
Artistas de medios digitales, sonoros, visuales y escénicos encuentran en TTU un espacio de diálogo, acompañamiento y experimentación. La Escuela de Sensibilización Tecnológica se destaca como un eje formativo que acerca las artes y tecnologías a públicos variados, proponiendo aprender haciendo a través de talleres y procesos colaborativos.
Valentina Villarroel también forma parte del equipo docente de la Escuela, donde aporta su experiencia en ecología y educación sonora. Sobre esto, detalla que “Para mí es un entorno perfecto para profundizar la hibridación entre sonido, naturaleza y tecnología, porque todo lo que investigo lo comparto con los participantes. Mi vínculo pasó de solo querer explorar ese cruce técnico-artístico a una participación más activa en una comunidad con valores similares: TTU es un espacio donde puedo proponer talleres, colaborar con otros y seguir aprendiendo y enseñando sobre sonido y territorio”.
“Yo creo que TTU es un ecosistema en el que he encontrado un hogar, y he sido aceptada. Un hogar crítico y creativo, y hace que eso se expanda y conecte con otros lenguajes. También, hay un vínculo que preserva, que se mantiene con el territorio siempre. Es un lugar donde puedo enseñar, aprender, proponer, experimentar, colaborar y crear”, agrega la artista sonora.
El arte como espacio de innovación tecnológica y comunitaria
Desde sus inicios, TTU ha trabajado en el cruce entre arte, ciencia y tecnología, impulsando proyectos en lenguajes digitales, instalaciones interactivas y dispositivos electrónicos.
“La Escuela de Sensibilización Tecnológica ha sido clave para continuar el espíritu original del proyecto, ofreciendo oportunidades de aprendizaje, exploración y experimentación a nuevas generaciones”, enfatiza Chau.
Esta escuela plantea una educación basada en la experiencia, donde la práctica sensible y la reflexión colectiva son centrales. Así lo considera Ari Aurora, quien participó en 2024 de esta instancia. “La Escuela ofrece una experiencia que permite reflexionar sobre cómo usamos y transformamos los medios a nuestro alcance. También propone una mirada crítica y situada sobre esta adopción, especialmente en relación con la tendencia a buscar efectividad o espectacularidad en esos medios. Aunque esa perspectiva es válida, creo que es necesario abrir otras discusiones. Espacios como los que genera TTU son fundamentales para el desarrollo de una cultura que se piensa desde una visión amplia”.
La comunidad local también ha estado presente a través de actividades abiertas, talleres y encuentros que acercan prácticas contemporáneas a nuevos públicos. “Lenguajes que antes parecían distantes ahora son accesibles, y al mismo tiempo, los participantes se transforman en parte activa y creativa de las experiencias”, señalan desde TTU.
“Las artes y tecnologías en la región han ganado presencia y diversidad, conectando disciplinas y comunidades que antes circulaban aisladamente. Es gratificante ver cómo los procesos creativos diluyen sus límites y dialogan con las artes escénicas, el diseño, la investigación y la pedagogía, enriqueciendo el campo cultural”, concluye Susana Chau.
Residencias y lazo territorial: testimonios de comunidad
Las residencias artísticas comunitarias se han consolidado como uno de los ejes fundamentales en el trabajo de TTU, poniendo en el centro la colaboración y el diálogo con los territorios donde se realizan. Pablo Arancibia, coordinador territorial hasta 2024, destaca cómo estas experiencias fortalecen vínculos bidireccionales, en donde los artistas llegan a los lugares, y asimismo los agentes locales también se convierten en parte activa del proceso creativo. En Lota, por ejemplo, algunos participantes han pasado de asistir a las actividades a coordinar procesos y contribuir con investigaciones propias, como es el caso de Robinson Burgos, quien ha impulsado estudios en bioacústica a partir de sus propias inquietudes. Para Pablo, uno de los aspectos más valiosos es “que el territorio active su propio conocimiento y se convierta en protagonista, además de acoger a artistas invitados”.
Además, las residencias ofrecen una plataforma para la interacción entre el arte y la educación formal, generando espacios de intercambio y aprendizaje. En el Colegio Biobío, con una importante comunidad sorda, las residencias han facilitado este cruce cultural y metodológico, enriqueciendo la experiencia educativa con saberes y prácticas internacionales. En casos de residencias de mayor duración, como lo es el caso de Gabriela Munguía en Lota, generan vínculos profundos entre artistas locales y visitantes, dando lugar a sinergias que trascienden el ámbito festivalero para consolidarse en redes de colaboración y aprendizaje mutuo.
Desde la dirección de TTU, Susana Chau explica que estas residencias nacieron en 2018 con la intención de proponer una metodología de trabajo que fuese más allá de la obra individual. Su misión es fomentar el conocimiento co-construido a través de una mediación previa con agentes territoriales y comunidades, posibilitando así un diálogo genuino y la creación conjunta de actividades que reflejen esa interacción. Este enfoque no se limita a territorios definidos, sino que se extiende también a comunidades urbanas, medioambientales y abiertas, con el fin de comprender mejor los procesos del otro y revalorizar saberes en contextos latinoamericanos diversos. Para Chau, este modo de trabajo representa una apuesta por una relación más humana y situacional, que reconoce la riqueza de las distintas experiencias culturales y sociales dentro y fuera del sur de Chile.
“En general, las residencias TTU tienen ciertas temáticas. Una es lo urbano, la ciudad como un dispositivo tecnopoético. Esto significa que la ciudad es en sí un sistema o una tecnología social desarrollada que interviene en el funcionamiento económico, político, cultural y social de un país, por así decirlo. También están las residencias medioambientales, donde hemos trabajado junto a la Fundación Manzana Verde y otras instituciones. En esos casos, la reflexión se centra en comunidades medioambientales o en aquellas que están en peligro por el extractivismo, con el objetivo de levantar datos sobre metodologías de trabajo y entender los procesos que ocurren en estos contextos”, explica Susana Chau.
La mirada de una identidad que se reinventa
La visualidad y el trabajo editorial han sido elementos centrales en la construcción de la identidad de TTU. Cristian Toro, director de arte y editor hasta 2023, destaca el criterio de autenticidad que marcó la pauta desde los comienzos del proyecto:
“Durante los años que trabajé en TTU, el criterio principal fue la autenticidad. El diseño surgía directamente desde la curatoría y la investigación, no desde briefs ni tendencias. Me involucré en las actividades, leía lo mismo que los artistas e investigaba sobre los temas que convocaba el proyecto. La identidad híbrida regional y latinoamericana era tanto indicio estético como potencialidad para lo nuevo. Había que estar presente en el pensamiento corporal situado, salir de la oficina y vivir lo que pasaba en el festival y en las residencias”.
El desafío, señala Toro, estuvo en “confiar profundamente en la potencia de lo nuevo, en la poética propia del proyecto. La colección editorial, la difusión y la indumentaria nacían de un tránsito entre códigos visuales políticos, locales y poéticos. Los diseños recogían tanto guiños a la historia del arte y la filosofía de la técnica como a lo cotidiano y los memes. La editorialidad fue clave para registrar el movimiento cultural. La sinergia del público residía en la retroalimentación, muchos de quienes asistían terminaron colaborando, lo que permitió consolidar una memoria visual y textual inédita en la región”.
Sobre la estética, la define como algo tecnoenigmática y postpunk, ya que no buscaba conectar con el público local de forma complaciente, sino confiar en que la curatoría y en que el mensaje llegaría donde debía. “Valoramos la singularidad y la vanguardia, resistiendo la presión de uniformar la propuesta. TTU existió en un momento latinoamericano específico, permitiendo formas-otras de indagar los límites y los cruces entre arte, tecnología y política”, concluye el artista.
Construir una comunidad, a través de la comunicación y el archivo
La transformación de la estrategia comunicacional de TTU ha sido fundamental en su consolidación como plataforma cultural. Victoria Rivas, coordinadora de comunicaciones, relata el proceso: “Al principio todo era más intuitivo, la periodicidad y el tono eran los de una persona natural más que una institución. Con el tiempo fuimos probando desde el marketing y la publicidad para lograr una estrategia que funcionara y se sintiera auténtica para TTU. Se incorporaron herramientas y objetivos más claros, profesionalizando redes y generando contextos y calendarios de contenidos, sin perder lo sensible y humano que nos caracteriza”.
En torno a la comunidad, enfatiza que “comprometernos con el trato humano es esencial. En cada festival buscamos que lo humano predomine; compartimos almuerzos y cercanía en el equipo, por lo que intentamos que ese tono se refleje en la comunicación digital. La mayoría de los seguidores se ha ganado orgánicamente gracias a la red latinoamericana y a las actividades que realizamos”.
“El archivo audiovisual y la divulgación de procesos creativos nos han instalado como plataforma de referencia. Democratizar la información era una meta fundacional: registrar, compartir y liberar contenido como reportaje, entrevista y memoria para que esté abierto a estudio y reflexión desde cualquier lugar.”, destaca Victoria sobre el archivo y la divulgación.
El archivo cobra especial importancia en términos de accesibilidad, en donde el canal de YouTube es el repositorio más grande que permite a TTU llegar a más personas y trabajar con métricas y subtitulaciones, abriendo la información a públicos diversos, lo que también incluye a personas sordas. “Adaptamos los formatos a cada red y siempre procuramos que la comunidad esté en el centro de nuestro contenido”, agrega la coordinadora de comunicaciones.
En sintonía con lo anterior, Andrés Morales, uno de los gestores de Toda la Teoría del Universo y encargado del archivo audiovisual, destaca el valor del registro colectivo. Y es que desde su génesis que TTU ha dado importancia a la gestión y a la construcción de archivos. “Cada festival, charla, residencia y taller queda registrado en YouTube, y es material abierto y de estudio tanto para el presente como para quienes se sumen en el futuro”, comenta el integrante del centro cultural.
Sobre la gestión interna y la formación de equipos, Morales afirma que el equipo de TTU ha ido aprendiendo a gestionar, organizar equipos y procesos, y que actualmente está en un recambio generacional, sumando jóvenes de gestión cultural para hacer escuela y asegurar vitalidad futura al proyecto. “Vemos TTU como un organismo vivo y colectivo”, comenta.
El festival: un reflejo de la trayectoria de TTU
El Festival Toda la Teoría del Universo nació en 2017 como una extensión del trabajo colectivo que venía desarrollando el grupo. Su objetivo fue crear un espacio donde se cruzaran arte, tecnología y ciencia. Pronto se consolidó como un hito clave, y en sus primeras ediciones apostó por propuestas experimentales y actividades abiertas que conectaron artistas locales con invitados de diversas regiones.
“Uno de los hitos más significativos ha sido sin duda el desarrollo del Festival Toda la Teoría del Universo, que desde 2017 nos ha permitido internacionalizar el trabajo del colectivo y posicionar a Concepción y al Biobío dentro del mapa latinoamericano de las artes mediales. A través del festival, se han tejido redes con artistas, investigadores y proyectos de distintos países, expandiendo los límites de lo que entendemos por arte, tecnología y territorio”, sostiene Susana Chau.
Con los años, el festival ha ampliado su alcance, agregando temáticas que dialogan con problemáticas contemporáneas, tanto regionales como globales. Se ha convertido en un espacio de intercambio y colaboración que promueve el diálogo entre prácticas experimentales, investigación y experiencias locales.
En su edición más reciente, la inauguración se llevó a cabo en el Teatro Biobío con una obra inmersiva en la sala de cámara. El festival se ha establecido como un referente latinoamericano para proyectos, performances, conferencias y talleres, consolidando a Concepción como un nodo creativo de las artes mediales.
Proyecciones para los próximos años
Mirando hacia adelante, Susana Chau expresa que “lo que hemos aprendido es que el futuro siempre es una proyección, una idea, y que lo que realmente se construye sucede en el presente, en los cruces, en los encuentros y en las transformaciones que vivimos día a día”. La intención, entonces, es mantener y ampliar los proyectos que han definido la identidad de TTU, pero también estar abiertos a nuevas iniciativas que puedan surgir en el proceso.
“Queremos que el proyecto siga creciendo, transformándose y sosteniéndose como un organismo vivo, siempre con la sensibilidad, la experimentación y la colaboración como ejes centrales”, añade. En ese sentido, TTU aspira a fortalecer su carácter de plataforma de pensamiento crítico y acción comunitaria, generando nuevos vínculos, potenciando sus programas educativos y creando espacios de diálogo donde la tecnología sea un medio para habitar el mundo de manera más consciente y creativa.
El impacto cultural y social del proyecto, aseguran, continúa siendo su motor. Pero más allá de las audiencias consolidadas, la apuesta es por una comunidad cada vez más diversa, que entienda la tecnología como un lenguaje social, político y cultural. La construcción de mundos propios desde la región, la valorización de saberes ancestrales y la exploración de nuevas formas de relación con la tecnología serán, sin duda, los ejes de un camino que proyecta seguir explorando con la misma pasión y compromiso de estos primeros diez años.




