Una de las familias más importantes de la historia son los Médici, banqueros, y señores de la ciudad de Florencia durante el Renacimiento Italiano, han influenciado la cultura occidental de manera preponderante, financiaron las artes y el conocimiento. Esto los posicionó como una de las familias más influyentes de la historia de occidente. En Chile, ¿existe alguna familia que trate de emular lo hecho por los Médici?
Dependiendo la trayectoria vital de cada persona, estas tienden a dar distinto valor a diversos atributos, algunos valoran la belleza, otros la inteligencia, muchos menos, la determinación, muchísimos otros, el dinero, y otros, el poder. Poseer algunos de estos atributos o bienes, hace sentir muy especiales a las personas que los poseen, no se puede negar que poseer un automóvil de origen alemán, lo hace sentir un poco distinto, por decir lo menos, que poseer uno de origen chino, ¿creo que todos estamos de acuerdo en aquello?
Estas cualidades, y bienes nos dan una cierta posición social, en el ahora, pero ¿qué pasa con la posteridad?, ¿en un par de generaciones alguien recordará que tan grande era nuestra casa?, o ¿qué tipo de ropa o accesorios vestíamos? Estas cualidades, al parecer, tienen una fecha de vencimiento, la gente olvida rápidamente quién fue la persona más rica del mundo en el año 1964, ¿lo recuerda usted?, o el premio Nobel de medicina del año 1956, o el de 1985, o el de 1996. Al parecer, para la historia, la tendencia es olvidar los atributos que para nosotros son tan preciados.
El ser humano está llamado a transcender, quizás esta sea la principal razón por la cual tenemos hijos, genética y culturalmente, nuestros hijos son una extensión de nosotros mismos en el futuro. Pero, ¿hay otras formas de trascender?, ¿podemos ser recordados incluso después de años de haber caminado por este mundo?, la respuesta es sí. Todos recordamos a Alejandro Magno, Wolfgang Amadeus Mozart, Vincent van Gogh, Marco Aurelio, Lucio Séneca, incluso recordamos a Calígula. Estas personas son recordadas porque hicieron algo extraordinario durante sus vidas, el caso de Marco Aurelio es particularmente interesante, ya que ostentó el poder del Imperio Romano, fue emperador, y además unos de los más sobresalientes filósofos de la historia. Su caso sería algo así como Albert Einstein, llegando a ser canciller del Imperio Alemán o la moderna Alemania, algo impensado en la política actual.
Entonces, tenderíamos a pensar que las posiciones de poder e influencia, materializadas en posesiones materiales y dinero, nos permitirían alcanzar, o directamente comprar, aquello tan esquivo para el ciudadano de a pie, como es la trascendencia. Quizás este tipo de reflexiones no sean tan acertadas.
Es evidente que los puestos de poder, y la abundancia material, nos ayudan en el proceso de trascender, un ejemplo, en Chile recordamos a José Miguel Carrera, Bernardo O’Higgins, o José Manuel Balmaceda, personajes que se ganaron la inmortalidad en nuestra historia por lo realizado en sus vidas, pero que pertenecía a una clase dominante de sus respectivos tiempos.
Por lo tanto, ¿existe una relación directa entre la trascendencia, el dinero, y el poder?, la respuesta no necesariamente es sí, incluso tiende a ser no. Para entenderlo, propongo revisar dos familias del Renacimiento Europeo, las cuales ejemplifican, de buena manera, que no hay una relación directa entre dinero y trascendencia.
¿Ha escuchado usted hablar alguna vez de los Médici?, me imagino que sí, es considerada una de las familias más acaudaladas de la historia de la humanidad, señores de la República de Florencia (esto durante el Renacimiento), famosos por patrocinar las artes, y el conocimiento, por ejemplo, el gran pintor Sandro Botticelli pudo realizar gran parte de su trabajo gracias al financiamiento de los Médici. Además, financiaron a Filippo Brunelleschi para que diseñara y construyera la cúpula de la Catedral de Florencia, la cual representó unos de los avances tecnológicos y científicos más importantes del Renacimiento. Igualmente, su influencia llegó a ser tan grande, que cuatro Papas de la Iglesia Católica pertenecieron a esta familia, León X, Clemente VII, Pío IV, y León XI, y dos reinas de Francia, Catalina de Médici, y María de Médici. Asimismo, Nicolás Maquiavelo dedicó “El Príncipe”, uno de los textos de política más importantes en la historia de la humanidad, a Lorenzo de Médici, nieto de Lorenzo de Médici “El Magnífico” (muy poco líderes en la historia han recibido el título de Magnífico). La fama de esta familia no está basada en el dinero y poder, más bien se basa en el patrocinio a las artes, y el conocimiento, influyendo de manera notable en la cultura de occidente.
Ahora, ¿ha escuchado alguna vez sobre los Fugger o Fúcar?, lo más probable es que nunca ha escuchado ese nombre con anterioridad. Primero, los Fugger (apellido en alemán) o Fúcar (traducción del apellido al castellano) fueron una familia de gran riqueza, al nivel de los Médici o quizás mayor, de la ciudad de Augsburgo, en la moderna Alemania. Su nombre original era Fucker, pero lo cambiaron cuando comenzaron a realizar negocios con familias inglesas, por razones obvias. Fueron prestamistas de Carlos I de España, y de los emperadores de turno del Sacro Imperio Romano Germánico, famosa en la ciudad de Augsburgo es la anécdota del préstamo que le realizaron al emperador Federico III. Otra familia importante de aquellos tiempos fueron los Welser, también de Augsburgo, y tan intrascendentes para la historia como los Fúcar.
Ahora, la pregunta que deberíamos hacernos es, ¿qué hizo tan distintos a los Médici, de los Fúcar? Los Médici entendieron que sus posesiones, posición social, dinero, y poder, no perduraría para la posteridad, entendieron que aquello por lo que se harían inmortales sería la influencia en la cultura renacentista, y directamente en la cultura occidental. Es por esta razón que los Médici financiaron el arte y el conocimiento de su época. Los Fúcar, nunca entendieron eso.
Si hacemos un paralelo con las familias criollas más acaudaladas en la actualidad, nos damos cuenta de que tienden a ser como los Fúcar. Usan su posición, poder, y posesiones para aumentar los mismos, pero no para influir de manera preponderante en la cultura nacional. La única excepción a la regla fue Federico Santa María, quien donó la mayor parte de su fortuna para la creación de la Universidad Técnica Federico Santa María, una de las instituciones de educación superior de mayor relevancia en nuestro país. Por otro lado, otras acaudaladas familias de otros países, por ejemplo, Estados Unidos, han comprendido que su legado no está en el dinero o poder, sino en el legado cultural. Familias como los Guggenheim, o Rockefeller han entendido aquello, y esta es la razón por la que hay museos, universidades, becas, y centros culturales con sus nombres.
Nuestra elite criolla cae en el juego del corto plazo, al parecer carecen de la capacidad de proyectar su legado en el futuro, se alejan de los Médici, prefieren como modelo los Fúcar, y generación tras generación entran en la completa irrelevancia para la historia nacional, convirtiéndose poco a poco en unos Fúcar, Fugger o Fucker.
Por: Ernesto Alonso